Es la mañana en Constitución, las apariencias no engañan, los hoteles ardieron toda la noche, las cenizas dentro y fuera de las casas, imponen un rancio hedor a vida. La vergüenza maltrecha hizo lugar a las entrañas en las mesas, servirte un vino en la vereda, un travesti y una puta llegando a la esquina, hay toxina para los con hambre, y tóxicos en todas partes. Tus piernas Constitución, bañadas en combustible, llevan y traen tus fieles diseminados por Buenos Aires, ay!! que templo más abominable. Con sus dioses trenes huyendo al sur a poblar el desamparo, con esa fauna insondable. Vidriera porteña que bien lucen tus miserias, un peruano anal, la dominica bucal, paraguayas turcas, provincianos hepáticos, infantes putrefactos en la acera, todo envuelto en una cumbia redentora, para bailar con el existencialismo en las suelas. Aristóteles en este barrio no tiene escuela, Sarmiento se deprime en los puteríos y ahora aprende de las morenas, la vida sin
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