27 de noviembre
Dolor bermellón,
te derramas en un rollo laxo y de púa,
bajas las tierras del esófago,
de una vos,
que hoy sale crispada y blanda.
El ritmo es suave y de miércoles,
en la ciudad hoy la brisa no trabaja,
es una sopa premonitoria,
la armonía en clave clavada,
la frasea un hombre sin hígado y con guitarra.
Hepático el camastro,
te aguarda cada noche en el Abasto,
laburas con los pibes toda la noche,
demoliendo al insomnio,
Jesús con la iglesia en la vereda,
el Churla reventado en disonancias,
Luca escribiendo en los muros: “Lelo not dead”
El solitario viaje a la historia,
ultima parada Gallo y Corrientes,
una salva de canallas blandiendo escabios y fasos,
piantan lagrimones pentatónicos,
un blus mestizo que dice y nos dice,
hermano Lelo te estamos extrañando.
No es de carne el porvenir,
aunque la fuleria lo siga esperando,
digo un rancho de adobe y un sauce llorando,
para entonar las canciones que siempre nos fueron salvando,
saludar nunca igual al río,
hola Bermejo,
como va Paraná?
que decís Plata?
Bom dia Amazonas,
comment ça va? Sena,
he! Rin,
que haces Uruguay?
sin palabras Ganges…
Hay una redonda de Dios,
que guarda el más bello rock al silencio,
luenga y esbelta suena con tu partida,
agua de deshielo que será vertiente, torrente y luego río,
como el que serás hoy, liberado de esta condición de hombre.
Hubo un orden?
lo estuviste desordenando?
un orden biológico te estuvo olvidando,
beriberi apiñado,
duende alcoholizado en el fermento de tu propio evangelio.
Salmos de ginebra tibia,
para todas las razas de tus amigos,
admoniciones de cocaína cortada,
para el presente sibarita y de lata oxidada.
Nictálope tu especie,
una talla de pulenteria,
los himnos manchados con faltas y tristezas,
a veces epígono de tu sombra,
las tantas veces apóstol de tu melodía,
templo ateo,
sin padre pero con Pacha,
hoy te estira la palma y te guarda,
en la meridional hora en su casa.
Que un hijo de un Lorenzo santo,
hoy encallo en el Abasto,
hay un barco menos en el horizonte,
un muchacho menos del plata.
La bandera plantada tiene una dignidad distinta,
no se enaltece cuando solo flamea,
lo hace también cuando se quema,
un chasquido eterno de luz,
para los que sucedemos en esta fosa.
te derramas en un rollo laxo y de púa,
bajas las tierras del esófago,
de una vos,
que hoy sale crispada y blanda.
El ritmo es suave y de miércoles,
en la ciudad hoy la brisa no trabaja,
es una sopa premonitoria,
la armonía en clave clavada,
la frasea un hombre sin hígado y con guitarra.
Hepático el camastro,
te aguarda cada noche en el Abasto,
laburas con los pibes toda la noche,
demoliendo al insomnio,
Jesús con la iglesia en la vereda,
el Churla reventado en disonancias,
Luca escribiendo en los muros: “Lelo not dead”
El solitario viaje a la historia,
ultima parada Gallo y Corrientes,
una salva de canallas blandiendo escabios y fasos,
piantan lagrimones pentatónicos,
un blus mestizo que dice y nos dice,
hermano Lelo te estamos extrañando.
No es de carne el porvenir,
aunque la fuleria lo siga esperando,
digo un rancho de adobe y un sauce llorando,
para entonar las canciones que siempre nos fueron salvando,
saludar nunca igual al río,
hola Bermejo,
como va Paraná?
que decís Plata?
Bom dia Amazonas,
comment ça va? Sena,
he! Rin,
que haces Uruguay?
sin palabras Ganges…
Hay una redonda de Dios,
que guarda el más bello rock al silencio,
luenga y esbelta suena con tu partida,
agua de deshielo que será vertiente, torrente y luego río,
como el que serás hoy, liberado de esta condición de hombre.
Hubo un orden?
lo estuviste desordenando?
un orden biológico te estuvo olvidando,
beriberi apiñado,
duende alcoholizado en el fermento de tu propio evangelio.
Salmos de ginebra tibia,
para todas las razas de tus amigos,
admoniciones de cocaína cortada,
para el presente sibarita y de lata oxidada.
Nictálope tu especie,
una talla de pulenteria,
los himnos manchados con faltas y tristezas,
a veces epígono de tu sombra,
las tantas veces apóstol de tu melodía,
templo ateo,
sin padre pero con Pacha,
hoy te estira la palma y te guarda,
en la meridional hora en su casa.
Que un hijo de un Lorenzo santo,
hoy encallo en el Abasto,
hay un barco menos en el horizonte,
un muchacho menos del plata.
La bandera plantada tiene una dignidad distinta,
no se enaltece cuando solo flamea,
lo hace también cuando se quema,
un chasquido eterno de luz,
para los que sucedemos en esta fosa.
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