Hijo

No te preocupes
por mi sustancia concreta,
que he sido estando,
un descuido ralentado y ateo,
que los dioses me aceptan,
descendiente infradotado,
que me fui yendo
en un rechinar de leña,
un calorcito de invierno,
es un tesoro modesto,
que te heredo
y corono responsable.

Explicarte el calor y el invierno
es largo impreciso e insustancioso,
prefiero la parábola que has de escribir,
con tu sangre y tempo.

Hablarte del poema es lo que quiero,
el lenguaje es una trampa, una catacumba,
que nos sojuzga de la carne a los sesos,
y la poesía un ardid glorioso,
que nos hace salir airosos,
del refreno de los alfabetos,
no es un método hijo,
es un pulso indómito
que nos atraviesa enteros,
algún dejo de dioses pedestres,
tejiendo una matra liquida.


El punto de encaje
es el detalle en los universos,
y encajado en los puntos
es que los hombres han muerto,
y siguen muriendo,
lo que no es terrible
cuando se han dispuesto
a abonar los suelos,
mas si es triste y elocuente
conocer el mundo
mirándose en un espejo.

Destroza el reflejo hijo, conoce el fuego,
viendo crecer el árbol,
solloza como un hachero derribándolo,
luego la leña
y recién ahí el controlado incendio,
calor en tu rancho, el rito mas antiguo de tus ancestros,
la prueba de tu quemadura no es el infierno.

La pasión es la única cosa que de ti espero,
es la base de las mejores aventuras de los hombres.
El planeta es tuyo, la historia es tuya,
y aun asi nunca serás su dueño.
es palpitante comprenderlo
es desolador irse no sabiéndolo,
que el Aconcahua es una montaña tan joven
y que tu viejo hoy se sintió tan viejo.

La soledad hijo,
te ha de azotar ya fuera del útero
no le tengas miedo,
muerde pero no arranca,
si sabes que la soledad
es el nombre de la sombra
de un cuerpo
que con la libertad se agiganta,
es el mas bello tesoro del hombre,
que nadie ha de regalar,
se conquista o se perece hijo,
comiendo de otros las migajas.

Hay un ritmo del hombre,
la naturaleza, el universo,
una musicalidad latente e inexpugnable,
en complejidades y simplezas,
armónicas, melódicas,
discurrieron estos protervos
y estultos días de invierno,
son si quizás sean, un breve tratado
de cadencias y sonoridades personales.

Si la dicha es grande
y la miseria corta,
que la vida os contenga
en su melodía indescifrable.

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