La verdad

(a mi abuela Erna)

La verdad es el mondongo,
el guiso carrero,
la verdad no es una farsa de quince cubiertos
en San Isidro,
el verdadero norte de los ricos,
la verdad es que hoy nos espera la ginebra,
para no mentir verdades de corbata.

La verdad es una jauría
que tenemos encerrada en nuestras verdaderas moradas,
la única y verdadera verdad,
es la que a vuestra sombra va pegada..

La verdad más grande en nuestra cuadra,
fue el mate cosido y el pan en horno de lata,
la verdad siempre agarrada de las ancas de las morenas,
verdaderas artesanías de Dios.

La verdad clavada en verdaderos clavos,
erguido el conventillo
lo vistieron de verdaderas chapas,
pura y dura mentira es la verdad ajena,
que nos vienen con cátedras verdaderas
si la abuela nos explico el mundo con cosas ciertas.

Los verdaderos hombres son como nosotros,
y no como ustedes,
verdaderas borracheras,
verdaderas fornicaciones,
que hicieron sollozar a las perritas ligeras,
verdaderas causas que nos destrozaron la carne,
y no solo las bibliotecas,
verdaderas pérdidas de peso
por hambrunas verdaderas,
verdaderas furias,
de fulanos rudos queriéndonos comer crudos,
por ser verdaderos hombres de verdaderas cosas.

La verdad se duerme en nuestras camas,
transmuta en verdaderos mates por las mañanas,
destrozamos tus fantasías reblandecidas
con verdaderos postulados,
de filosofía verdaderamente callejera.

El verdadero oráculo
estuvo todo el tiempo en nuestra America,
y la verdad más concreta,
esta en tus ojos Erna,
y en este poema verdadero,
de verdaderas letras.

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